lunes, 27 de septiembre de 2021

Mi primer 10 K sub 60: EDP Rock and Roll 2021

Bueno, ahora que las piernas ya van volviendo a su ser y he tenido tiempo para asentar las emociones vividas, toca hablar del evento que tanto llevaba esperando: El 10K del EDP Rock and Roll 2021.


Creo que como todos los que hemos participado me llevo emociones mixtas, un poco de cal y otro tanto de arena. Empezaré desquitándome de algunas cosillas que no me gustaron tanto para poder terminar con un buen sabor de boca.

1) Los horarios: Tengo poca experiencia en estos mundos, pero creo que al intentar poner las 3 carreras: 10K, Media maratón y Maratón en un solo día y con diferentes trazados, además de tener que hacer las salidas espaciadas por oleadas por el Covid han pecado un poco de exceso y han tenido que hacer demasiado amplios los horarios de salida. ¿Por qué digo esto?

Los del 10K comenzábamos a las 7:45 que era aún de noche y no había servicio de guardarropa. Al tener que estar en el cajón en torno a las 7:30 de la mañana, que es una hora en la que ya refresca, nos vimos obligados a ingeniarnos para poder llevar algo de abrigo y se ha visto a demasiada gente correr con mochilas.

Por otro lado, los compañeros de la media maratón salieron en torno a las 11 de la mañana que es demasiado tarde y ya hacía calor y sol suficiente para que no fuera agradable.

2) El Rock: Parece una tontería, pero en una carrera llamada Rock and roll, que patrocina Rock Fm y que presumía en ediciones anteriores de sus conciertos de animación en vivo es algo que ha pasado literalmente de puntillas. En nuestra salida, no sé si por ser  tan temprano no ha habido música ni casi  noticias del speaker hasta pocos minutos antes de la salida y en el recorrido, tan solo dos puestos de animación consistentes en otro speaker comentando la jugada con poco tino -sin música- y además situados en el kilómetro 1 y 1,5, lo que dejaba demasiado fría el resto de una carrera donde al salir casi de noche no había casi gente en la calle.

3) La organización de la ruta: Había demasiada gente cruzando la calle en demasiados sitios, peatones, bicicletas... y que obligaban en muchos puntos a esquivar. Ha faltado más control en ese aspecto. Tampoco me ha gustado que en pleno momento Covid nos hayan hecho correr por los túneles de Francisco Silvela. Éramos cerca de 2.000 personas pasando simultáneamente, sin mascarilla y apretados por un espacio cerrado y con poca ventilación. Olía a cerrado y el ambiente se notaba cargado.

4) El avituallamiento: Teniendo en cuenta el coste de esta carrera el avituallamiento intermedio me ha parecido pobre y mal gestionado. Tan solo un poco de agua, casi 1 km después de donde nos habían dicho que estaría y sin baños en dicho punto a pesar de las instrucciones. He visto gente preguntar por ellos sin éxito y yo mismo los habría usado gustoso.

5) El chip: Por suerte para mí no he sido uno de los desafortunados, pero casi la mitad de los participantes de la carrera ha tenido un chip defectuoso que no ha registrado su presencia en la misma. Para un evento del calibre que se le supone a este, es un fallo demasiado catastrófico. Como todo en esta vida, si no hay pruebas de que se ha hecho algo, es como si no existiera y en una carrera que además tiene carácter internacional y con tiempo homologado es un desastre sin paliativos que  genera una gran frustración entre los participantes desaparecidos.

En resumen, el precio por participar no es pequeño, más aún considerando que la bolsa del corredor ha sido más bien pobre, el grabado de la medalla se cobra aparte, las fotos también... si además tampoco se comprometen a lo mínimo que es animar a los corredores, cuidar el trazado y a medir el tiempo, poco queda que lo justifique...

Ahora sí puedo hablar de mis sensaciones habiendo soltado un poco de lastre.

Llevaba tiempo con esta carrera entre ceja y ceja ya que en mis sueños se trataba de una carrera muy popular y con un gran ambiente. Como ya he comentado, mucho de lo primero, pero poco de lo segundo, pero aún así, las ganas y la emoción lo pueden todo y más aún en un recorrido que prometía mucho.


Desde que uno llega a la puerta del cajón y empieza a calentar, se puede percibir, a pesar de ser aún de noche, el calor de los runners, la mezcla entre emoción e impaciencia, el corazón a tope y el deseo de que suene ese pistoletazo, arrancar y poner en marcha la flamante camiseta rosa con el dorsal 43431.

Frío, sueño y... nervios

En mis calentamientos, al contrario que en mis últimos entrenos me noto poco fino, siento que la mezcla del café matutino combinado con powerade más el comer en exceso el día anterior y un par de cervezas están haciendo una mezcla explosiva en mi estómago. Sin embargo la adrenalina prevalece y solo estoy deseando empezar, aunque empiezo a sentir que peligra mi objetivo del día, que es bajar de la hora.

La espera se hace eterna porque además salgo del cajón M con la 13ª oleada, que por cosas del Covid se hacen en grupos de 500 personas y con una separación de 2' entre ellas. Eso implica esperar a que salgan todos los que están por delante e ir avanzando mitad andando, mitad trotando hasta la posición de inicio de la siguiente oleada y así hasta llegar a la línea de salida.

Al fin, después de unos 15 minutos y casi 1 km de pequeños avances, nos toca salir. Hoy tengo ganas de marcha y como me he propuesto como sea rebajar esos 60' salgo más fuerte que de costumbre e invierto mis primeros cientos de metros en encontrar un ritmo un pelín inferior a los 6 minutos por kilómetro y quedarme fijo en él.

Lamentablemente Madrid es una ciudad muy poco llana y entre que subimos Castellana y avanzamos por Joaquín Costa descubro que me es difícil mantener estables esos 6 km por minuto que pretendía, así que oscilo entre los 5:40 y los 6:20 tratando de no irme mucho por ningún extremo. Me da mucha vidilla cuando veo que, a pesar de todo, mi ritmo promedio tras los 2 primeros km está en 5:55... Aún queda mucho, pero esto marcha.

A partir de este momento y mientras avanzo por Velázquez noto que tengo el estómago dando saltos y empiezo a no ver una tontería plantearme una "paradita técnica" cuando llegue al avituallamiento, pero de momento aguanto y me animo a apretar el paso. Soy consciente de que el terreno es favorable al ser todo cuesta abajo y sé que cada segundo que arañe en las bajadas lo necesitaré cuando lleguen las subidas para no salirme de mi objetivo.

Afronto Diego de León a traguitos de Powerade ya que me noto cada vez más flojo y revuelto y pienso que la botella de poción mágica azul que arrastro conmigo puede cambiar algo (aún no sé si a peor o a mejor). El caso es que debido al efecto placebo, o más probablemente al inicio de la bajada de Francisco Silvela, en este momento mis pies van más ligeros y rondo en algunos tramos los 5:15 para terminar el km 3 en 5:42. Me obligo a bajar revoluciones siendo muy consciente de que no voy tan sobrado y empiezo a buscar desesperadamente el avituallamiento.

Aferrado a mi poción mágica.

Sé que aún me quedan un par de kilómetros para llegar, pero dado que apenas hay gente en la calle que anime y que no me encuentro muy fino, busco cualquier cosa que me haga distraerme de las malas sensaciones y me estimule. Curiosamente es el hecho de que el recorrido pasé por los túneles de Francisco Silvela en lugar de por la superficie lo que lo consigue. 

La primera sensación es "mola!", mientras bajamos como una marea rosa hacia el interior del túnel, pero una vez dentro y con el ambiente cargadísimo que se percibe, me surgen 1.200 pensamientos enfermizos del tipo: 2.000 personas respirando a todo pulmón, sin mascarilla y en un ambiente cerrado no parece la mejor idea del mundo en mitad de una pandemia. Sin embargo, alguien rompe mi pensamiento con un "VAMOOOOOS!" que retumba en todo el túnel y me hace espabilar. "VAMOS GENTE!!" respondo con todo el aire que me sobra, que no es mucho y la sonrisa se me pinta en la cara. ¡Qué fácil es hacernos felices!

En este  momento descubro que aunque Francisco Silvela es teóricamente bajada, el hecho de hacernos entrar y salir de los túneles convierte este tramo de carrera en una especie de montaña rusa con tanto sube-baja y noto como mi ritmo se resiente. Me fuerzo a no bajar la marcha en las subidas consciente de que no me sobra demasiado y cierro mi km 5 en 5:47. Ya está lista la mitad de la carrera,¡ y ahora solo queda descontar.

Casi llegando al km 6 aparece finalmente el avituallamiento, los voluntarios, como siempre, son lo mejor de estas carreras, te animan, te envuelven, te hacen volar y casi quieres abrazarles. Hago un balance rápido del estado de mi estómago, pero el ver que voy en ritmo y que no veo los baños donde debería haberlos me hace desistir de pensar más en esto. Trago de agua y aprieto un poco viendo que  este kilómetro se me está escapando. Consigo acabarlo en 6 minutos clavados y ya solo quedan 4 km más hasta la meta.

En mi cabeza tenía por delante dos kilómetros de bajada continua hasta Atocha antes de enfrentarme de nuevo al Paseo del Prado y como me siento fuerte otra vez, trato de aprovechar la pendiente y recortar el tiempo perdido bajando a casi 5:10 y ya casi saboreando la victoria, pero de repente descubro la terrible realidad de la Avenida de Nazaret de la que nunca había oído hablar. Una subida muy fuerte, inesperada y demoledora me hace temblar, pero decido que no será aquí donde baje el ritmo y opto por darlo todo y guardar mi último comodín para más adelante, así que trato de poner mi mejor pose de corredor, mirada al frente y barbilla en alto, aprieto los puños y hasta el alma y consigo coronar esos malditos 500 metros entre jadeos para cerrar el kilómetro 7 en 5:39. ¡Esto está hecho!

Esto huele a meta

Bordeamos el Retiro hasta Atocha, una vez más en bajada y me doy cuenta de que aunque me quedan solo dos kilómetros voy reventado tras la subida, así que opto por tomarme un gel que llevaba guardado ,no sé ni para qué, con el mismo objetivo que el Powerade del principio: efecto placebo puro y duro. Disfruto unos segundos del placer de sentirme Asterix tras tomarse la poción mágica y acelero mientras trato de no pensar en el potaje que debe ser mi estómago en este momento mientras lo oigo gorgotear... 

Pero el efecto placebo termina rápido, no consigo mantener el ritmo y me noto flojear. Por suerte cuando más cruda estaba la cosa, un hombre que aplaude a los corredores desde la calle, se toma la molestia de leer el nombre en mi dorsal y darme ánimos personalizados "¡Vamos Miguel, que ya lo tienes!" y eso es gloria bendita para mí. Ahora sí que noto un subidón y me preparo para la última subida. ¡Qué poco se imagina ese hombre, cuánto bien me ha hecho!

El tirón me dura lo bastante para volver a disfrutar de la carrera, pasamos por delante de Atocha y es un placer encontrarse a cada vez más gente animando justo antes de afrontar el Paseo del Prado. Queda un poco menos de dos kilómetros pero ahora sé que ya está casi hecho aunque de tiempo voy justito. Voy revisando mi reloj y los hitos kilométricos y me doy cuenta de que llevo unos 150 metros de diferencia entre mi medida y la real, así que recalculo mentalmente si llevo el ritmo necesario para entrar en menos de 60' y durante unos segundos no lo veo tan claro.

En mi carrera Madrid corre por Madrid de hace dos semanas, hice este mismo tramo de kilómetro y medio entre Atocha y la meta en unos 6:30 pero sé que hoy no puedo permitírmelo, así que repito la estrategia de antes: Levanto la mirada, subo la barbilla y trato de poner lo que me queda para tirar más fuerte. Esta vez sí soy consciente del Botánico, pero me olvido de Neptuno y El Prado y estoy más pendiente de no chocar con la gente que cruza sin ton ni son por delante de nosotros y de paso de otear a lo lejos por si veo la meta.

Al llegar a Cibeles la meta se intuye a unos cientos de metros y ya comienzo a apretar los puños para celebrarlo. Estoy subiendo fuerte y tengo tantas ganas de cruzar esa meta que voy adelantando a todos los que tengo a tiro. Una vez que sé que voy a conseguir terminar en menos de una hora, me permito el lujo de perder unos segundos y posar para las fotos y cruzo la meta en torno a los 59 minutos celebrándolo por todo lo alto.

Celebrando como si no hubiera un mañana

Mi reloj me recuerda que he corrido los 10 K en 57:47, mi mejor marca personal y que he recorrido en torno a 150 metros más hasta la meta de los necesarios. Tomo nota mental de coger las curvas algo más cerradas la próxima vez y ahorrarme esos metros de sobra.

Al final, tiempo oficial 58:48 y ¡objetivo conseguido! Para mi colección una fastuosa medalla finisher y una marca de la que sentirme muy orgulloso. Más aún teniendo en cuenta que hice un recorrido muy parecido hace tan solo 15 días en 1 hora y 10 minutos. ¡Casi 11 minutos más!

A pesar del momentazo, la sensación en la llegada es un poco fría y el avituallamiento un poco corto, se entiende en el contexto del efecto pandemia pero creo que le faltaba algo de vidilla. Los voluntarios, eso sí, te sacan la sonrisa quieras o no y te hacen aplaudirles a ellos con más merecimiento que ellos a ti.

A pesar de los contras, me voy con la sensación de carrera increíble, de día grande y preguntándome si el año que viene vendré a batir mi marca o me atreveré con otra distancia. Viendo la evolución de este año, todo es posible, pero de momento a descansar y a disfrutar de las sensaciones.


P.D: Disfruto con la noticia de que José Luís Búrdalo, tremendo corredor con quien ya he tenido la suerte de compartir alguna carrera, ha conseguido terminar su primera maratón. ¡Grande!

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Preparando el EDP Rock and Roll 2021

 Quedan solo 4 días para una carrera que llevo esperando con mucha expectación desde hace tiempo: El 10K EDP Rock and Roll 2021.


Es una fecha que tengo marcada en rojo en el calendario porque me hace una gran ilusión correr un 10K multitudinario por el centro de Madrid, por el ambientazo que he leído que se organiza, porque tengo expectativas acerca de mi estado de forma... y porque es una de esas carreras que veía todos los años anunciada y que me parecía algo que solo podían hacer algunos superhumanos.

Sí, ya sé que corrí hace solo 15 días en la carrera Madrid Corre por Madrid 2021 con la misma distancia y un recorrido muy semejante, pero a pesar de eso las sensaciones son muy distintas.

En primer lugar porque la carrera Madrid corre por Madrid ya la había dado por perdida al no poder entrenar en bastante tiempo y decidí participar con solo dos días de margen, por lo que únicamente fui a tener sensaciones y terminarla como fuera. 

En segundo lugar porque la EDP Rock and roll 2021 es mi primera carrera homologada, donde confluyen a la vez un 10K, una media maratón y una maratón completa, por lo que la afluencia de gente y el ambiente será mucho más impresionante para mí, que empecé con carreras de 300 participantes.

Por último porque estas últimas dos semanas he podido entrenar bastante bien, y a pesar de no estar en mi mejor momento físico, conseguí terminar la semana pasada mi primer 5K con dorsal Madrid corre contra el cáncer 2021 con un tiempo por debajo de los 30', de hecho 27:18, que para mí era algo así como ciencia ficción.

Por si esto fuera poco, ayer salí a hacer mi penúltimo entreno antes de la carrera y para probar a qué ritmo me veía capaz de correr. Mi idea era hacer 7 km en torno a los 6 min por kilómetro con el objetivo de poder terminar la edp en un tiempo cercano a la hora. No obstante, a medida que iba rondando me sentía lo bastante fuerte para afrontar esos 7 km a un ritmo algo más rápido, por lo que me iba manteniendo en torno a los 5:40 el kilómetro, algo que normalmente queda fuera de mi alcance, pues nunca había rodado a menos de 6 y pico el kilómetro en distancias superiores a los 5 kilómetros.

De forma totalmente poco recomendada, una vez que alcancé los 7 Km a una media de 5:45, me propuse terminar los 10 Km manteniendo el ritmo hasta dejarlo en 58 minutos, con lo que conseguí por primera vez en mi vida bajar de los 60' en la distancia y con ritmos siempre inferiores a los 6 minutos por kilómetro. Algo que tenía como meta, pero desde luego no como una meta cercana.


¿Por qué digo de forma poco recomendada si todo salió bien? Bueno, tengo una rodilla que no acompaña mucho y que lleva varios meses dándome la lata y mi estado de forma, aunque un  poco mejor que semanas anteriores no es especialmente bueno. Hacer una carrera a un ritmo alto y con sobreesfuerzo a solo 4 días de la carrera en la que precisamente tenía la intención de darlo todo, no suena a priori muy inteligente. Eso sí, me llevo la certeza de que puedo terminarla -si todo sale bien- en un tiempo del que me sentiría muy orgulloso.

Espero que mis ansias de correr no me perjudiquen el día de la carrera... lo veremos en 4 días.

lunes, 20 de septiembre de 2021

Mi primer 5K: VIII Carrera contra el cancer

 Sorprendentemente hoy me enfrentaba a mi primer 5K. Después de haber corrido 7, 8 y 10K por fin me enfrentaba al que supuestamente debería ser el primer desafío de un corredor novato como es mi caso, sin embargo por circunstancias más debidas al Covid que a otra cosa, todas mis opciones anteriores habían sido canceladas.

Sin embargo, tenía muchas ganas de enfrentarme a una distancia en la que pensaba que podría dar mínimamente la talla y ¿Qué mejor que hacerlo que en una carrera como la VIII carrera contra el cáncer?


Como sabéis llevo una temporada donde mis molestias me están impidiendo correr de forma muy regular, pero recientemente he estado entrenando con el objetivo de hacer un papel moderadamente digno y entrar en meta con un tiempo inferior a los 30 minutos. A pesar de que en mis últimos entrenamientos había conseguido incluso rebajar la marca de los 28 minutos, me sentía un poco inquieto por el rendimiento que pudiera tener con la rodilla aún maltrecha y "con la presión del directo"

En todo caso, esta mañana me he plantado muy pronto en la Castellana, dorsal 608 en el pecho, con la intención de vencer a mis miedos y ser capaz de enfrentarme a una carrera "dándolo todo" en lugar de la versión conservadora que suelo hacer en distancias más largas por miedo a quedarme seco a medio camino. 

Sobre mis sensaciones antes de la carrera, me quedo como parte positiva con el recorrido entre la Plaza de Castilla y Colón que me ha parecido formidable, me encanta la sensación de correr por el medio de la gran avenida y ver la ciudad con otros ojos, pasando por delante del Bernabéu, de la torre de Colón o de los Nuevos Ministerios... Se parece bastante a todas esas imágenes que llevo años viendo en los resúmenes de los maratones de las grandes ciudades, pero esta vez desde el papel protagonista.

Como parte MUY positiva el saber que estoy formando parte de algo mucho más grande, de participar en un acto solidario para el tratamiento de una enfermedad que tanto daño hace a tantas familias y ver cómo la calle se llena de un maravilloso color verde formado por la masa de corredores que comparte ese momento tan especial.


Como parte más bien negativa, tengo que decir que no me ha gustado nada el excesivo politiqueo: Por haber llegado muy pronto y tener un dorsal muy bajo, de los que salíamos en la primera oleada, me ha tocado salir desde la línea de meta y he sentido una mezcla entre cierta repulsión y vergüenza ajena de ver como los políticos de turno se llevan todos los focos de la carrera quitándole el protagonismo a los que realmente debemos dárselo. 

Me ha dolido ver a los medios, al speaker e incluso a los corredores, más pendientes de darle una palmadita en la espalda a Enrique Ruiz Escudero o a Begoña Villacís que de recordar el verdadero motivo por el que estábamos ahí. Me ha sobrado tanta parafernalia del corte de la cinta, que más bien habría merecido hacer cualquier persona que esté pasando o haya superado la enfermedad que la vicealcaldesa.

Compartiendo el momento politizado

Como parte otra vez positiva: La salida ha sido fantástica, motivado por el subidón inicial me he lanzado a correr a un ritmo que sabía inabordable y me ha costado mucho reprimir las ganas de seguir dándolo todo, sabiendo que a largo plazo no iba a poder sostener las fuerzas. En cualquier caso ver la marea verde recorriendo la Castellana a toda velocidad me ha parecido formidable, además al ser cuesta abajo daba una increíble perspectiva como de gran rio que iba llenando la calle.

La carrera ha sido rápida y como llevaba unos días preparando la distancia no ha habido espacio para muchas sorpresas. Tenía mucha inquietud por cómo llegaría al km 3, que es el punto en el que suelo tener que decidir si mantengo mi ritmo en torno a los 5:25 o si me toca aflojar, pero la sensación de adrenalina era tan grande que a pesar de saber que no iba muy sobrado, me ha sido imposible parar.

Ha sido genial también poder ver, ya que el último kilómetro de la carrera era en sentido contrario, cómo aquellos que iban en carrera entraban en meta cuando yo aún llevaba unos 3 Km y no he podido evitar pensar en cómo me sentiría en enfilar esos últimos metros ya con las fuerzas justas y cuesta arriba.

Sin embargo cuando me he querido dar cuenta estaba ya en el cuarto kilómetro y aunque los últimos 500 metros se me han hecho duros he podido permitirme el lujo de un pequeño sprint final y de cruzar la meta en un fantástico tiempo de 27:18, lo cual para mi no solo es un logro, sino que es mi record personal con bastante diferencia,

Reconozco que contaba con la adrenalina del momento para afrontar ese record, pero es un placer darse cuenta de que he podido lograrlo cuando hace tan solo un año no podía ni afrontar 200 metros sin pararme,

Próxima parada el EDP Rock'n'Roll 2021 en tan solo 7 días...

lunes, 13 de septiembre de 2021

Otro 10K: Madrid corre por Madrid 2021

Llevo algún tiempo sin escribir por la única razón de que llevo varios meses con molestias en un ligamento de la rodilla izquierda.  Los fisioterapeutas me han recomendado reposo y he tratado de cumplirlo... quizás en exceso. De repente me doy cuenta de que estamos en Septiembre y llevo casi 5 semanas sin ponerme las zapatillas y de que cuando lo he hecho, apenas he podido trotar 4 o 5 km antes de rendirme por completo, entre falta de aire y molestias en la rodilla.

Sin embargo, como soy muy optimista, tenía pagadas varias inscripciones a carreras de 10 k a lo largo de septiembre donde se suponía que por fin iba a franquear la barrera de los 60'... pero ay! el viernes me di cuenta de que la primera de la temporada: Madrid corre por Madrid, organizada por Mapoma, era este mismo domingo y no solo no había entrenado nada sino que mis molestias seguían ahí.

En ese momento, mi mente se bifurcó en dos:  Por un lado deseaba desaparecer del mapa, perderme la carrera y no saber nada de la historia con la intención de recuperarme para las próximas, pero por el otro me picaba el gusanillo de saber si a pesar de todo aún tenía suficiente capacidad para enfundarme unas zapatillas y meterme 10 kilómetros entre pecho y espalda.

Finalmente, el viernes a última hora me decidí por lo segundo, pero prometiéndome que:

1) Correría a un ritmo inferior al habitual, como mucho 7 min/km

2) Me pararía a la primera molestia.

3) No me decepcionaría si tuviera que pararme.

A partir de ahí, todo vino rodado, Dorsal 4499, Oleada 5, salida a las 09:15. Madrid Corre por Madrid 21 espérame.

Con esas premisas, me planté en la Plaza de Colón a las 8:40 de la mañana para encontrarme un ambiente fantástico: Casi 5.000 personas nos agolpábamos en la Castellana como un recuerdo extraño del mundo Pre-covid compartiendo esos minutos antes del pistoletazo de salida donde se mezclan todo tipo de sensaciones.

A pesar de no ser mi primera carrera, ni mi primer 10k, me sentía un tanto extraño. Venía a mi primera carrera popular con una cierta relevancia sin nada de entrenamiento, sin haberme aprendido al dedillo el recorrido, sin expectativas de tiempos... y sin tan siquiera poder predecir si iba a terminar o no, por lo que no terminaba de sentirme parte del conjunto. Quizás eso me hizo aislarme un poco de los nervios previos a la carrera, lo que en cierto modo me vino bien.

Como era la quinta oleada, casi el 80% de los corredores salían por delante de mí en tandas separadas unos 3 minutos, por lo que estaba medio despistado cuando sonó el pistoletazo de salida de mi grupo. Primeros metros, me doy cuenta de que no llevo ni el GPS encendido ni la música, así que de momento me concentro en bajar al mínimo el ritmo. En ese momento veo que hacía tanto tiempo que había preparado mi reloj que éste se había bloqueado y no arrancaba nada, así que troto los primeros 500 metros tratando de resetearlo y activar el GPS y la música. Finalmente desisto y lo dejo a su buena ventura y trato de sentir la carrera que me rodea y de la que hasta ahora no estaba formando parte,

En el primer km me siento bien, aunque noto sensaciones que podría haber tenido meses atrás en mis primeros entrenamientos, como la irritación de la piel por los primeros sudores y las molestias de los músculos mientras se van soltando... De hecho ni siquiera había calentado salvo un par de rotaciones de tobillos en el cajón.

A medida que avanzamos noto como me va adelantando todo el mundo, incluso aquellos que mi vanidad pensaría indignos de ello... cuando en realidad era yo el que no estaba precisamente a la altura. De hecho, para mi deshonra personal -y posterior chiste para el resto de mis días- me adelantó una chica caminando cuando yo iba corriendo.

Sin embargo en el kilómetro 3, cuando ya habíamos casi alcanzado el Bernabéu y los primeros grupos de voluntarios se agolpaban para animarte, comencé a sentirme mejor y a retomar viejas sensaciones: El sonido de la respiración, el golpear de los pies, el paisaje, la adrenalina corriendo por las venas a la vez que tú por el asfalto.

Cuando llegamos a Concha Espina y comenzamos a subir y vi que me sentía con fuerzas para afrontar la pendiente comencé a sentir confianza y desde que enfilamos Serrano y me di cuenta de que casi todo lo que quedaba era cuesta abajo, hasta me animé a subir el ritmo y adelantar a los que se encontraban más cerca de mí. 

Sabía que en el km 5 había un punto de avituallamiento líquido y me lo tomé como una pequeña meta personal, fui subiendo el ritmo que mantenía en torno a los 7 y poco hasta acercarme a los 6 y pico. El agua me sentó divinamente y me encantó recorrer ciertas partes de Madrid desde un punto de vista diferente y darme cuenta de cómo cambia la perspectiva al verlo sin coches y poblado de corredores.

A medida que nos acercábamos a la Puerta de Alcalá sentía como ya era más cuestión de descontar kilómetros que de contarlos y de disfrutar del momento más que de sufrir. A pesar de todo me di cuenta de que podía llegar y me motivaba ver que además podía seguir adelantando a muchos de los que me habían pasado en el comienzo. Por suerte las molestias en la rodilla no daban señales de vida y quería aprovechar toda la cuesta abajo posible mientras recorríamos Alfonso XII antes de llegar a Atocha y enfrentarme a mis temores: La subida del Paseo del Prado.

Mi primer pensamiento cuando llegamos al km 8 fue que ahora comenzaba lo malo pero que estaba tan cerca que de una forma u otra iba a salir adelante. No obstante, a pesar de que afrenté la subida con todo mi optimismo se me hizo eterna. Me costaba mantener el ritmo que llevaba, la rodilla comenzaba a doler y alguna gente a mi alrededor se derrumbaba por lo que era más fácil dejarse arrastrar por los malos pensamientos. Sin embargo el adelantar a un matrimonio que se convencía mutuamente de lo absurdo de parar a escasos 1.500 metros de la meta me hizo recuperar fuerzas y apretar los dientes.

Estaba tan ocupado que ni me di cuenta de pasar el Botánico, ni el Prado, ni Neptuno, ni todos los puntos de referencia que me había marcado mentalmente, solo miraba lo más lejos posible tratando de encontrar la meta. Finalmente unos metros pasados La Cibeles, divisé un arco rojo a lo lejos que me esperaba como un oasis. 


En esos momentos en los que lo que te empuja no son las piernas sino el corazón, me imaginaba como un beduino que encuentra un oasis a lo lejos en el desierto, tirando por pura voluntad y visualizándome cruzando la meta. Confieso que aún así tuve unos segundos de flaqueza cuando vi que el arco rojo que parecía no llegar nunca, estaba en realidad unos 100 metros antes de la verdadera meta. Sin embargo ya era tarde para arrepentirse, aceleré el paso para poder cruzar la línea de llegada al tope que mis desacostumbrados músculos daban de sí y me permití el lujo de adelantar una última vez antes de cruzar la meta apretando los puños.

El día antes me había propuesto como único objetivo llegar en menos de la hora y media estipulada, asumiendo que mi rodilla no me iba a permitir correr todo el rato, por lo que fue un alivio ver que entraba en un tiempo de 01:10:29, con un ritmo de 07:30 min/km. Bastante mejor de lo que esperaba.

En otro momento me lo tomaría como un fracaso, ya que en mi primer 10 k, terminé en casi dos minutos menos y en mis últimos entrenamientos antes de las molestias estaba a punto de bajar de los 60', pero para hoy que no pensaba ni llegar... ¡Gloria bendita!

Al final, las sensaciones fueron mucho más positivas de lo esperado. El recorrido fue increíble y el ambiente te llevaba como una marea. Estoy deseando que llegue el EDP Rock and Roll del día 26 con un trazado semejante y ver si las sensaciones son tan buenas como las de hoy.

Tengo la tarea de entrenar, aunque sea a un ritmo bajo hasta ese día y afrontar la carrera con otro nivel físico, pero haber llegado hasta aquí y haber podido enfrentarme a todos mis miedos, ya es todo un logro para alguien que hace un año no podía trotar 500 metros sin morirse.